Cuando los libros se escuchan

Lo recuerdo nítidamente: de niño devoraba los libros, uno detrás de otro; era un momento especial para mí, como lo podría ser disfrutar de Netflix para un adolescente hoy en día. Pero poco a poco y sin que apenas me diera cuenta, cada vez tenía menos tiempo para leer. En paralelo a esta carencia, las tecnologías comenzaron a ofrecer sabrosas alternativas a la lectura ¿por qué no YouTube o redes sociales? Me desenganché de la lectura. Pero ha sido la propia tecnología la que ha logrado reavivar la llama gracias a los audiolibros.

Fue todo por pura casualidad. Me habían recomendado un libro muy especial que me ayudaría a desatascar un asunto que me tenía en tensión y al buscarlo en las tiendas online, solo pude encontrarlo en una de ellas y, oh sorpresa, en la sección de audiolibros. ¿Pero eso qué es? Ni lo dudé: lo adquirí y comencé a “leerlo” con un escepticismo desbordante. Con los auriculares bien colocados, pulsé ‘inicio’ y me dejé llevar por una voz que me iba narrando de forma pausada el contenido. En menos de cinco minutos estaba enganchado, en menos de una semana convencido del formato, y en menos de un mes había terminado el libro. Hoy es el día en el que leo, en este formato, un mínimo de un libro al mes.

En este sentido, descubrí la plataforma Storytel, una ingente biblioteca de audiolibros de consumo gratuito mediante un pago mensual a la suscripción, y aquí me terminé de convencer, hasta el punto que vendí mi Kindle. Ahora solo ‘leo’ en narraciones y la experiencia no desmerece. Preocupado por perderme algo con esta cómoda forma de leer, me tranquilizó encontrar estudios en la red de psicólogos que aseguran que la experiencia es todavía superior a la de un libro y que no se pierde la capacidad de aprender vocabulario, ese regalo de la lectura que también nos dan los audiolibros.

¿Por qué leo más y mejor? Hay dos circunstancias que hacen que lea más: la posibilidad de leer libros en cualquier momento, ya sea paseando al perro, conduciendo o haciendo deporte, por un lado, y por otro porque no exige tanta concentración como un libro escrito. Al escuchar la narración de los audiolibros, la experiencia es tan buena como la lectura, pero con un esfuerzo menor, ya que la información ‘entra’ de una manera más directa y con menos posibilidades de despistarse. Ya me habían advertido: una vez que se prueba un audiolibro es muy difícil que se vuelva atrás, y no cabe duda de que no me arrepiento en absoluto de la decisión tomada.

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