El imparable fenómeno de los AirPods.

El pasado 6 de septiembre Apple anunció en el fragor de su keynote un producto que rompía la secuencia habitual de iPhone, iPad y ordenadores a la que nos tenía acostumbrados: presentó los AirPods. Como suele suceder siempre en la trayectoria de los productos que llevan el logotipo de la manzana, este accesorio fue rápidamente tildado de «auriculares inalámbricos», y la definición era a la par lo suficientemente precisa como confusa: ¿son los AirPods únicamente unos auriculares? Lo que sucedió tras la presentación siguió fielmente los guiones no escritos de otros productos de Apple: unos los adoraban, otros los detestaban.

La estética de este periférico, que se asemejaba a un EarPod (el auricular que equipaban los iPhone) pero sin cable, fue objeto de no pocas chanzas y mofas en la red. Pasaron los días y se abrió el periodo de reserva y sucedió algo que muchos tenían claro: los AirPods arrasaron. Conviene recordar que estamos ante unos «auriculares» que cuestan la friolera de 179 euros, un lujo más que prescindible para la mayoría de los mortales, pero cuyo precio no fue, para nada, un obstáculo. En este viaje en el tiempo lo siguiente que llegó fue el despiece del equipo de la mano de iFixit, un blog que se dedica a abrir todos los cacharros para ver lo que hay dentro. Y aquí llegó la sorpresa.

Imagen: Sam Lionheart

Los AirPods no eran solo unos auriculares, sino todo un despliegue tecnológico que apabullaba a cualquiera: sensores a tutiplén y tecnología a raudales en un accesorio que no tiene botones. ¿Era necesario todo eso? Un servidor -fiel cliente de la marca desde el primer iPhone- observaba atento todos los movimientos y aprovechó un momento de debilidad para procesar el pedido en la web de Apple. Los plazos de entrega eran desazonadores: semanas, meses… ¿Cuándo demonios llegarían? En el momento en el que escribimos estas líneas, el fabricante de Cupertino sigue sin poder atender la desmedida demanda y el plazo de entrega sigue apareciendo en la web de Apple como de «seis semanas». Más de un mes de espera, y hablamos de un producto que fue presentado en septiembre…

Tras animarme a realizar la compra, recibí un correo con el eterno plazo de las seis semanas, un dato que recibí con resignación. Sin embargo, una buena mañana y por avatares del destino, recibí un SMS en el móvil de la empresa de mensajería anunciando que al día siguiente se haría entrega del paquete. ¿Cómo? La sorpresa dio paso al entusiasmo y la incredulidad: ¿sería cierto o se trataba de un error? Pero no, al día siguiente el mensajero entregó el diminuto paquete en el domicilio y en cuestión de minutos ya tenía los AirPods convenientemente colocados.

Los afortunados que hayan logrado hacerse con unos conocerán de primera mano lo sencillo que resulta todo el proceso de configuración y uso de los auriculares: es abrir el pequeño cofre que los protege y sin hacer absolutamente nada, en el iPhone ya se invita a la conexión. Así de fácil. Hecho el emparejamiento solo hay que colocarse los AirPods para comenzar a escuchar música, radio, podcast o lo que nos apetezca. Buena calidad de sonido, pero sobre todo, una experiencia de uso inmejorable. Y este es el factor clave del arrebatador éxito del producto: su impacto en el día a día de sus poseedores.

La estética de los AirPods puede ser discutible, pero la genialidad de su diseño y su facilidad de uso son impecables. La caja que los transporta y protege carga al mismo tiempo los auriculares. Si uno se quita uno de ellos, se para la música, pero si al cabo de unos segundos no se quita el segundo, el sistema entenderá que queremos utilizar únicamente un auricular. Los que tengan un Apple Watch pueden escuchar música directamente desde el reloj (algo perfecto para quienes hagan deporte) y los californianos han incluido los costosos auriculares dentro del pack protegido por el sistema «Buscar» de la casa, que nos ubica en un mapa la posición de nuestros equipos en caso de robo o pérdida.

Pasaron los días y vencida la vergüenza de ser objeto de todo tipo de miradas curiosas, los AirPods comenzaron poco a poco a transformar mis hábitos: ahora los paseos con el perro eran siempre con mi programa de radio favorito y con los podcasts; sí, me he vuelto un yonqui de los podcasts gracias a estos auriculares. ¿Podría haber sucedido todo esto con unos cascos convencionales? Probablemente, pero no lo hizo. Apple ha logrado que ya no salga de casa si el mini cofre blanco en el bolsillo y que en cuestión de pocos segundos, pueda ponerme a escuchar música o podcasts sin líos de cables ni mayores complicaciones. Definitivamente, los AirPods han sido un capricho, pero ha merecido la pena. Vaya que sí lo ha hecho.

Foto principal: Bill Roberson/Digital Trends

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