¿Por qué es más caro un móvil que un ordenador?

Nos estamos acostumbrando a precios disparatados en los móviles mientras los PC van a la baja.

2017 no va a ser un año cualquiera en el mundo de la telefonía: se celebra el décimo aniversario del lanzamiento oficial del primer iPhone, un móvil que lo cambió absolutamente todo, más incluso de lo que inicialmente podríamos pensar. Los primeros rumores apuntan, por otro lado, que el iPhone que Apple presentaría este año -el conmemorativo- podría superar los mil dólares de precio de venta. No ha sido una escalada radical en los precios de los móviles, sino que han ido aumentando año a año a medida que aumentaban sus prestaciones y se convertían en un dispositivo absolutamente necesario para los usuarios.

Sin embargo, poco a poco y casi sin hacer ruido, nos encontramos con que los móviles más avanzados han superado ya el Rubicón de los 1.000 dólares. Se pueden hacer muchas cosas con esa cantidad de dinero, pero el dato más llamativo sin duda reside en que por ese importe (y de hecho, por bastante menos que esa cantidad), uno puede comprarse con muy pocos problemas un ordenador hecho y derecho. ¿Cómo es posible que un teléfono cueste más que un ordenador? El primero, sobre el papel, está mucho más limitado por las evidentes restricciones de tamaño que un PC con el que contaremos con un potencial de trabajo mucho más elevado.

No obstante, la visión “teléfono” frente a “ordenador” es completamente equivocada y ASUS lo explicó en su día a un periodista que se planteó esta misma diatriba. La respuesta del fabricante fue compleja pero fácilmente comprensible: en primer lugar, en lo que respecta a la ingeniería y diseño del producto, resulta mucho más complejo embutir todos los componentes en un cuerpo muy inferior al que puede ofrecer un ordenador. Básicamente, un móvil suple buena parte de las funciones que desempeña un PC pero en un formato de bolsillo y a velocidades de vértigo. Así las cosas, cuesta más a un fabricante ingeniárselas para reducir a la mínima expresión toda una electrónica casi tan capaz de hacer lo mismo que hace un ordenador completo.

Pero este, aun siendo importante, no es realmente el elemento determinante de la paradoja en el precio: este fabricante ha recordado que el mercado de la telefonía está en plena efervescencia y por este motivo la competencia azuza con cada vez más virulencia. En el mundo de los móviles, quien no presente alguna novedad de peso en un modelo con respecto al precedente, básicamente está muerto en ese mercado (o al menos con los días contados). En el mundo de los ordenadores las exigencias son inferiores y el usuario no demanda más que mejoras incrementales en materia de rendimiento y alguna que otra sorpresa en la funcionalidad del equipo.

Y luego están, lógicamente las tendencias del mercado: las ventas de los ordenadores siguen en caída libre mientras que las de los smartphones, pese a mostrar ya los primeros síntomas de saturación, siguen registrando sólidas ventas sobre todo en aquellos mercados emergentes en los que siguen registrando un gran potencial de crecimiento. Por otro lado, en aquellos mercados en los que ya parece que no cabe un móvil más, se siguen esperando los nuevos modelos con ansiedad y motivando renovaciones forzadas aún a sabiendas que se trata de un desembolso considerable.

2017 será el año en el que se presente el iPhone 8 y el mismo en el que se normalice algo que antes tanto nos llamaba la atención: un móvil puede ser más caro que un ordenador. Tal vez el problema se encuentre en nuestra forma de ver las cosas…

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